Nota: Para leer esto, tengan en cuenta que me ubiqué más o menos en el año en el que salió La Orden del fénix. Ya ven a ver por qué.
Nota 2: Recién la escribí casi entera, no sé qué toqué, y se borro. A escribirlo todo otra vez. Lrcdp.
Querido Muggle:
Si te estás preguntando qué hace una lechuza entrando por tu ventana y por qué no se va, dejame decirte que va a volver conmigo cuando le des un poco de agua y algo para comer. Ah, se llama Apolo.
Si ahora te estás preguntando por qué una desconocida te mandó una carta, cómo averiguó tu dirección, tenés que saber que no la necesito. Le pedí a Apolo que se la lleve a un muggle al azar. Ya lo sé, no sabés que es un muggle. Quedate tranquilo, cuando termine con esto lo vas a saber.
En fin, ¿alguna vez escuchaste hablar de Harry Potter? Hace un par de años que una mujer, de nombre J.K. Rowling (adorable, por cierto, la conocí) escribe sobre él. Seguro que escuchaste algo al respecto, porque también hay películas basadas en los libros. Bueno, tenés que saber que todo lo que pasa en los libros es completamente cierto. En las películas... no es tan así, pero lo conozco, y creeme que ese chico no puede tener peor suerte. Si hay algo malo dando vueltas en un radio de cinco kilómetros a la redonda, indefectiblemente lo encuentra.
Mucha gente cree que son sólo libros, pero no podrían estar más equivocados. Es igual que los que dicen que las hadas no existen: después las doxy se enteran y ponen huevos en su comida, y los muggles se intoxican. Después se lo atribuyen a que la comida estaba mala, claro. Me caen bien, pero son tan escépticos... Creen lo que quieren creer.
¡Ah, perdón, todavía no te dije que son los muggles! No, no es un insulto, querido amigo muggle. Es solamente el término que usamos para denominar a la gente con sangre no mágica. Sí, estás suponiendo bien: soy una bruja. Pero no el ideal de la bruja de Halloween, de hecho podría mezclarme perfectamente entre ustedes. Jamás lo adivinarían. Sí tengo una escoba, sí hago pociones y sí tengo un par de gatos, pero no tengo ni verrugas ni vivo en una casa tenebrosa en una colina azotada por los relámpagos. Soy una persona normal, sólo que con habilidades distintas a las tuyas.
Voy al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Acá, somos admitidos en cualquier momento de nuestra infancia (cuando detectan la sangre mágica), y nos anotan en una lista. Cuando cumplimos 11 nos llega la carta de admisión, y comenzamos el primer año de educación mágica formal. Aclaro lo de formal porque si nos criamos en una familia de magos, la educación mágica comienza en casa mucho antes y no asistimos a un colegio muggle. Yo soy el caso contrario: soy hija de muggles, así que me crié de una manera para nada mágica. No supe nada sobre la magia hasta que me llegó la carta de admisión, y todos en mi familia nos pusimos a flipar. No sabíamos nada del asunto, porque para ese momento apenas había salido el primer libro sobre Harry, así que no estaba muy difundido. Cuando llegué a Hogwarts, Harry estaba en segundo y ya era toda una estrella. Eso lo mataba de vergüenza, pobrecito. Siempre fue muy amable con todo el mundo, pero ese año sufrió muchísimo, lo acusaban de cosas terribles. Personalmente, nunca creí los rumores. Ya te hablaré de eso en otra ocasión, porque da para rato. Ah, la cuestión era comentarte que mi sangre mágica creo que era de un tatarabuelo mío o algo así; una herencia tardía, podría decirse.
Hoy estoy en el quinto año de escuela. Como dije, entramos a Hogwarts a los 11 y salimos a los 17, edad a la que ya somos mayores de edad y podemos hacer magia libremente; antes de esa edad sólo podemos hacerlo en Hogwarts, y en vacaciones nos está prohibido. El Ministerio de la Magia (sí, eso existe, y gobierna sobre los magos de todo el mundo) puso un Detector sobre todos los menores, así que si hacemos magia cuando no podríamos, ellos lo saben. Si lo hacemos dos veces nos expulsan de Hogwarts. Claramente, no lo intentamos. Hogwarts es demasiado genial como para dejar que nos expulsen así como así.
Cuando llegamos a Hogwarts para cursar primero, nos asignan una casa de entre cuatro. Funciona parecido a las divisiones de curso en las escuelas muggle, solamente que acá cada casa es como nuestra familia, y como es un internado, tenemos salas comunes por cada casa en las que los de las otras casas no entran. Las cuatro posibilidades son Gryffindor, Ravenclaw, Slytherin y Hufflepuff . En Gryffindor se admite a los más valerosos y temerarios; en Ravenclaw, a los más listos; en Slytherin se admira... la tenacidad, podría decirse; y en Hufflepuff están los más buenos y leales. Te voy a pasar una canción del Sombrero Seleccionador, para que quede claro, y después te explico qué es él exactamente ;)
"Oh, podrás pensar que no soy lindo,
pero no juzgues por lo que ves,
me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
galeras altas y elegantes,
pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver
así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes de espíritu;
su osadía, temple y caballerosidad
distinguen a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff,
donde son justos y leales;
esos perseverantes de Hufflepuff
de verdad no le temen al trabajo pesado.
O tal vez estés en la antigua sabiduría de Ravenclaw,
si tienes una mente dipuesta
porque aquellos de inteligencia y erudición
siempre encuentran a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos;
esa gente utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga)
porque yo soy un Sombrero Pensante."
Bueno, en realidad no queda mucho que explicar. Tené en cuenta que somos magos. Él es un sombrero, y elige quién va en qué casa. Yo soy de Ravenclaw, y muy orgullosa de eso. Dicen que los de Hufflepuff son inútiles, pero no es así. Todos los que conozco son buenos magos, y además excelentes personas. Y los Slytherin... Sólo voy a decirte que ni siquiera el Sombrero los quiere (y eso que él es imparcial). Harry casi queda en Slytherin, pero se salvó. Me contó de eso una vez.
En fin, todo esto para contarte que soy una Ravenclaw. Se está haciendo largo ya lo sé, pero quiero que tengas una buena visión panorámica antes de que te empiece a contar en detalle.
Antes de llegar a Hogwarts y que nos asignen una casa, con la carta de admisión nos llega la lista de los que tenemos que comprar para el curso, que incluye desde libros hasta el uniforme, pasando por artículos como los calderos, ingredientes para pociones, la varita y demás. Por supuesto que esto no podemos conseguirlo en los negocios muggle, y tampoco lo pagamos con dinero muggle, porque tenemos nuestro propio sistema monetario. Usamos Galleons de oro, Sickles de plata y Knuts de cobre. Veintisiete Knuts equivalen a un Sickle, y diecinueve Sickle valen un Galleon. Parece difícil, pero una vez que nos te acostumbrás es bien fácil.
Claro que, creciendo como muggle como lo hice, no tenía idea de todo esto, así que mi carta la trajo un mensajero no-lechucil (por cierto, por eso te mandé a Apolo: nosotros usamos lechuzas como correo. ¡Te sorprendería lo inteligentes que son!). Era un mago que enviaron de Hogwarts, para que me explique a mí y a mi familia todo el asunto; él nos mandó a cambiar dinero muggle por dinero mágico en Gringotts, el banco de los magos.
La primera vez que entré, creí que iba a enloquecer. Es un lugar fantástico. La entrada es de mármol blanco, con columnas y todo. Yo creo que se parece un poco a las edificaciones griegas, pero nadie comparte mi opinión. Como sea, cuando entrás es todavía mejor: el piso está tan brillante que podés usarlo como espejo, y ¡está atendido por duendes! No son como los de la tele: son orejudos y con narices feas y ganchudas, ni siquiera son simpáticos, difíciles de tratar e incluso algunos son decididamente maliciosos. No son esos vestidos de verde y con tréboles (nunca voy a entender por qué la gente confunde a los duendes con los leprachauns, ¡si es que ni siquiera se parecen! A ellos también les molesta). Pero son muy eficientes, así que cumplen con su propósito. Son éstos:
La sala del banco es parecida a la entrada, pero las bóvedas en las que se guarda el dinero son más como sótanos: húmedas, oscuras, feas. Pero son muy seguras: si alguien que no sea un duende de Gringotts toca la entrada, la puerta lo absorbe y se queda ahí para siempre. Y entre más se baja en los niveles subterráneos del banco, más seguras son, porque las bóvedas más profundas se reservan para las familias más antiguas... aunque los métodos que usan no se conocen mucho. Algunos dicen que tienen dragones como guardianes, pero no conozco a nadie que los haya visto (aunque con su suerte, lo más probable es que eventualmente lo haga). Lo que sí me contó es que la primera vez que entró estaba más perdido que yo, si cabe. J.K. escribió bien sobre el momento (Harry dice que trata de contarle todo lo que le pasa con lujo de detalle, porque no quiere que cuente mal las cosas. ¡Ah! J.K. es familiar de Harry. No estoy segura de cuál es el lazo, pero sí, son parientes). Todos en Hogwarts leemos los libros, no porque sea obligatorio, sino porque son buenísimos. Son como biografías, pero no son aburridos. Bueno, no todos los leemos: los Slytherin los evitan. Hay sólo una (la única simpática, es amiga mía. Se llama Ana) que sí los lee. También es amiga de Harry. No estoy segura de por qué está en Slytherin... Sí es tenaz y consigue lo que quiere, pero tiene códigos, cosa muy anormal en los Slytherin.
Como sea, Harry me contó la historia (no somos los mejores amigos, pero nos llevamos bastante bien. Es que estoy en una especie de club que él lidera, aunque no es exactamente eso. De ahí conozco a Ana. Una vez más, la única Slytherin del Ejército de Dumbledore -el club-. Ya te contaré de eso alguna otra vez).
Me dijo que entró con Hagrid, que es el guardabosques de los terrenos de Hogwarts. Él fue expulsado injustamente cuando estaba en tercero, así que ahora no puede hacer magia (porque cuando te expulsan parten tu varita por la mitad), pero algunos creemos que guarda los trozos de su varita en un paraguas floreado y rosa, por si acaso. Lleva ese paraguas a todos lados. Es divertido, porque es un tipo todo grandote (en serio, mide más de dos metros -es mitad gigante) y peludo, y usa un paraguas floreado.
Como sea, entró con Hagrid y él manejó todo el asunto. Le pidió a los duendes la llave de la bóveda de Harry, ¡y él se sorprendió tanto cuando vio el interior! Sus padres le dejaron una pequeña fortuna. Ellos eran magos, pero un mago malo (del que vas a saber más adelante) los asesinó cuando Harry tenía un año. También trató de matarlo a él, pero el maleficio rebotó y... digamos que el mago tenebroso desapareció por una temporada.
La cosa es que Harry tenía ahorros (muchos) en la bóveda. Eso lo sé porque leí los libros, no porque él me lo haya dicho. Es increíblemente modesto, y detesta atraer la atención. Pero sí, se sorprendió tanto como cuando vio que los duendes hacían el trabajo.
¡Gárgolas galopantes! Es la hora de la cena. Perdón, me gustaría seguir contándote cosas, pero está por empezar el banquete de bienvenida. Vos creerás que es sólo una cena, pero nada más alejado de la realidad: es LA cena. Además pasan un montón de cosas para el resto del año. Ah, me olvidé de decirte: hoy es el primer día del año académico; llegué antes de tiempo y me puse a escribirte eso ¿Por qué? Una amiga mía, una Gryffindor, me desafió a hacerlo. Yo le dije que lo haría si ella lo hacía, y así se involucró un montón de gente más, así que estamos repartiendo cartas a los muggles. ¡Tal vez alguien le escriba a alguien que vos conocés!
Bueno, me voy, porque ya huelo el pastel de Yorkshire, y se me hace agua la boca. En cuanto pueda te escribo de vuelta, y te cuento más cosas: quiero que lo sepas todo.
Con amor,
una Ravenclaw desconocida.
P.D.: No te voy a decir mi nombre, ya que yo no sé el tuyo. Ah, y espero que hayas tratado bien a Apolo. Sino, él me lo va a hacer saber.
