martes, 7 de enero de 2014

Reseña: El Regreso del Joven Príncipe



Traducción original: El Regreso del Joven Príncipe
Autor: A.G. Roemmers
Saga: --
Editorial en inglés: --
Editorial en español: Planeta; Emecé
Fecha de publicación original: noviembre de 2011
Número de páginas: (??)
Encuadernación: tapa blanda con solapas; bolsillo


Sinopsis de la contraportada:
Un hombre que viaja sola por las desoladas rutas de la Patagonia encuentra a un adolescente desvalido, casi muerto de hambre. Cuando lo levanta y acomoda dentro de su auto, comienza una aventura especial: un diálogo profundo y sorprendente que va desnudando con sencillez los grandes interrogantes de la existencia. Así, el viaje se transforma en un auténtico recorrido espiritual que va de la inocencia a la madurez, de lo cotidiano a los trascendente, de la tristeza a la alegría y el entusiasmo de vivir. Alejandro Roemmers nos brinda una lectura reconfortante y plena de poesía.

Mi opinión:

No exactamente lo que me esperaba, pero hermoso de igual manera.
Quiero creer que todos recuerdan el epílogo de El Principito; aquel en el que el aviador nos pedía que, de estar viajando y encontrarnos con un niño de cabellos dorados, que ríe, que hace preguntas y que no responde a las que se le hacen, seamos tan amables de no dejarlo tan triste, que le avisemos que el Principito ha vuelto.
Pues bien, el Principito volvió a la Tierra.
Nuestro nuevo narrador se encuentra en un viaje en auto de tres días por la Patagonia Argentina cuando nota, al costado de la ruta, un bulto con un mechón de cabello rubio y tapado con una manta. Impulsado por el instinto, baja a buscarlo, y se encuentra con un joven dormido y  tapado con una capa, ni más ni menos. Decide que lo mejor es subirlo al auto consigo, que no puede dejarlo en la carretera.
Durante el viaje, a pesar de no reconocerlo al principio, el narrador comienza a comprender la naturaleza del Principito. Hace preguntas, no responde a las que se le hacen, es un ser curioso por naturaleza.
Poco a poco, el narrador se da cuenta de que tiene en su auto nada más y nada menos que al Principito, que está buscando al aviador. Impulsado por el dolor por haber sido traicionado, El Principito se enteró de que un cordero no cabría en la caja que le di dibujó su amigo. Por eso ha vuelto a la tierra, esta vez para quedarse, y está buscando que se le explique por qué se lo engañó.
En el camino, tanto él como el narrador van a aprender un montón de preciosas verdades de la vida.
Como dije más arriba, no es lo que estaba esperando, aunque la realidad es que no sé qué es los que me esperaba. El Principito es, ya saben, mi libro favorito por siempre y para siempre, así que ante la posibilidad de volver a ver a uno de mis personajes -insisto- favoritos de la literatura... lo dudé.
Ya ven, los clásicos son clásicos por un motivo. De hecho, un libro se vuelve un clásico cuando al pasar las generaciones, aquellos que los leen pueden seguir viéndose reflejados en sus páginas (esto es real, es una definición real). El Principito es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes clásicos de la literatura, además de uno de los más emotivos, y atractivos a todas las edades. Y acá es donde viene mi primera queja con respecto a esta novela que intento reseñar hoy: es inusitadamente pretencioso emular una obra de estas características. Yo no puedo ni plantearme reseñar el original, y acá esta este señor, intentando volver a traer a la vida a uno de los referentes de la literatura infantil; y no sólo eso, sino que el lugar que le da no es el de maestro, sino el de aprendiz. Veamos eso antes de continuar.
En El Principito, fue el aviador quien aprendía de su amigo, y no al revés. Ese era, precisamente, el encanto de la historia.
En esta nueva versión, es completamente lo contrario. El Joven Príncipe -como lo conocemos acá- se encuentra perdido y desorientado, y es el narrador quien lo guía en sus primeros días entre los hombres como uno de ellos. Que no está mal- pero pienso que la esencia del dinamismo entre ellos se pierde un poco. Y no se trata sólo de la historia en sí misma, sino también de la introducción que escribe el mismo autor. En ella explica que el objetivo de este libro es plasmar lo que ha aprendido a lo largo de los años, y en conjunto con el método de narración que explicó (la primera persona), el tratar de explicarle al mismísimo Principito cómo vivir- todo eso suena pretencioso.
Dudo mucho que esa fuera la idea. Quiero creer que fue la mejor manera que encontró de plasmar lo que quería plasmar. Pero creo que el gran error fue tomar una historia amada por tantos, para dar su opinión sobre el mundo desde sí mismo. La voz que pretende darnos la lección no es la del Príncipe, sino la del narrador, que es Alejandro Roemmers. Supongo que lo que quiero decir es: no uses a mi príncipe para decirme cómo vivir, porque de él lo acepto, pero de vos no. Lo cierto es que es el peligro de tomar un personaje tan grande en lugar de crear uno propio.
Tiene también su momento de querer meterte a Dios por las orejas, que es algo que no aprecio, aunque por suerte, no dura mucho.
Debido a la pretensión de la que les hablo, Roemmers parece haber tratado de mantenerse tan fiel al formato original que acabó por resultar forzado.
En resumen, ese es mi gran problema: la historia me habría gustado mucho más si no fuera tan pretenciosa.
SIN EMBARGO. Esto no quiere decir que no lleve razón en lo que trata de decirnos. Sí es cierto en su mayoría, y sí deberíamos prestar atención. Pero las formas tienen mucho que ver.
A pesar de ello, es una historia que, de hecho, me conmovió mucho. El solo hecho de volver a ver a mi Príncipe -porque la esencia del personaje sí sigue estando- es suficiente para conmoverme. Y ahí radica la ventaja de tomar un personaje tan conocido.
La situación es que si bien estoy disconforme con todo esto que les mencioné, aún así fue una de mis mejores lecturas del 2013. Plasma un montón de valores atemporales que creo todos deberíamos tener en cuenta.
Lo que quiero decir es que aunque me pasé una reseña entera quejándose, no puedo hablar de este libro con tecnicidad. Lo que hace a la historia no es la estructura, no es la originalidad, sino lo que nos enseña -y por qué no, la nostalgia que provoca.
Creo que hay libros que no se pueden medir en los parámetros que usamos normalmente, porque lo que los hace valer no es lo convencional. Es por eso que no le voy a poner puntaje a este libro, sino que los voy a dejar con lo siguiente:
¿Lo mejor? Realmente conmueve, a pesar de todo. Es una historia preciosa.
¿Lo peor? Lo pretencioso, sin lugar a dudas. Sobe todo porque distrae de aquello a lo que tendríamos que prestarle atención.
¿Lo recomiendo? Sí, mucho, pero hay que tomarlo como lo que es para realmente disfrutarlo. Ni más, ni menos.


Curiosidades:

  • Alejandro Roemmers contó con el permiso del sobrino nieto de Antoine de Saint-Exupéry, Frédéric D'Agay, quien es, además, ex presidente de la Fundación de Saint-Exupéry.

Sobre el autor:

Alejandro Roemmers nació en Buenos Aires el 11 de febrero de 1958. Además de ser integrante del directorio del laboratorio número 1 del país, es escritor, y lo ha sido toda la vida. Comenzó a escribir de niño. A los 16 años logró el segundo premio de poesía de la Universidad Autónoma de Madrid. Es vicepresidente de la Fundación Argentina para la Poesía, Presidente honorario de la Asociación Americana de Poesía y Académico del Real Instituto de Cultura de México. Entre sus libros se destacan: Sonradores, soñad y Ancla fugaz. Su última obra se titula Como la arena. En 1996 es invitado a presentar su colección de poemas España en mí en la Biblioteca Nacional de Madrid, con motivo de celebrarse los diez años del fallecimiento de Jorge Luis Borges.

En la web:

6 comentarios:

Tamine dijo...

Eh, que mal eso de que el estilo resulte forzado y que sea el Principito el que aprende. Pero si dices que es conmovedora pues igual me dan ganas de leerlo... quizás la técnica está en leerlo sin pensar en la obra original, que sin duda es inigualable, y solo disfrutar esta suerte de Fanfic (porque eso es lo que me parece eh) que resulta agradable de leer.
Besitos :3

LittleReader dijo...

No conocía el libro, pero si algún día cae en mis manos, pues un rato de entretenimiento que tendré :)

besitos<3

Unknown dijo...

Me diste ganas de leerlo cuando me hablaste de él,antes de la reseña,y sigo con las ganas.Aunque me parece extraño porque autor argentino(??

Anónimo dijo...

Personalmente, no me ha gustado nada.
Me parece lamentable que este libro pueda concebirse continuación de "El Principito". Este es un libro de autoayuda, toscamente escrito y sin un atisbo de la poesía del libro original, y sin historia ninguna que contar. En esta versión el protagonista es el compañero de viaje del . Así, el avidador original que escucha y acompaña al Principito, es ahora un conductor de coche que habla sin parar dando manidos consejos sobre la vida al , que a su vez, pasa de ser un un "niño" misterioso y sabio, lleno de vida y de amor, a convertirse en un adolescente tonto y deprimido.
Exceptuando un primer capítulo bastante prometedor, el resto del libro es pesadísimo de leer, y en ningun caso puede ser comparado con NADA del Principito.

kitten dijo...

@Anon: Me encanta que me des tu opinión, pero de nuevo, creo que hay formas y formas. Creo que un libro, por más que sea de narrativa, no siempre tiene que tener "una historia que contar", porque no todo en la vida son grandes sucesos, y eso está bien. Sin embargo, eso no lo convierte en un libro de autoayuda. De hecho, poco tiene que ver con la forma en la que se escriben y los criterios que se utilizan a la hora de catalogarlo como tal.
Creo que es lógico que el Principito fuera un adolescente deprimido; es más: es parte de la premisa, y sería extraño que no lo estuviera. De uno depende creer o no que el principito llegue o no a ser un adolescente (que, de hecho, en mi corazón no lo hace), pero de hacerlo, me resulta lo más lógico que tenga dudas con respecto a ciertos temas. Me parece que si la esencia está o no ahí depende la forma en la que se lo mire, y pienso que sería erróneo creer que él no estaría buscando conocimiento, más allá de repartirlo.
Y esto de que "en ningún caso puede ser comparado con NADA del Principito"... no se supone que compares nada, de hecho. El autor lo tomó como inspiración y escribió su obra con el permiso correspondiente, y cada uno es libre de decidir si el producto final es o no merecedor de su agrado. A mí no se me hizo pesado, por ejemplo, y me parece que ponerlo así es ser un poco demasiado absolutista para algo tan relativo como es la literatura.
Gracias por compartir tu opinión.

Anónimo dijo...

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